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viernes, 17 de junio de 2011

¿Dónde están los guias?


¿Dónde están los guias?

Hasta hace muy poco tiempo, solía pensar que algún día encontraría un “maestro” o un “guía” que me orientaría en mi vida y que tendría las palabras que yo estaba necesitando y deseando oír.

No me refiero a una orientación transcendental, sino aquellas pequeñas pautas o recomposiciones de lugar que a veces necesitamos todos. Como si por distracción o desorientación, nos hubiéramos apartado del camino y necesitáramos que nos digan, “no por ahí no, por aquí”

Pues no, por lo menos hasta ahora en mi vida, excepto los grandes guías que nos legaron sus doctrinas. Lo que se dice de carne y hueso, todavía no me he topado con ninguno.

Pero lo que si me tropiezo, a menudo, por así decirlo, es con personas que muchas veces, sin apenas ellas darse cuenta, porque sucede en el transcurso de conversaciones, la mayoría del tiempo, intrascendentes o de parloteo. Dicen frases, refranes o reflexiones que me vienen de perlas.

Al principio pensé, que había sido casualidad, que un como el que no quiere la cosa, me soltaban una frase totalmente adecuada para los devaneos mentales que me atosigaban en aquel momento.
Otras era un comentario dicho a otra persona pero  en mi presencia. Una conversación en la cola del súper o el comentario curioso dicho en la peluquería.

La cuestión es que llegué a la conclusión de que la grandes verdades, por lo menos las que a mí me sirven, se encuentran escondidas en momentos increíbles, absurdos y hasta a veces cómicos.

Tal vez esto que me sucede, esté explicado en aquella frase  que leí una vez:

El Maestro puede ser un niño recién nacido y su llanto la voz de Dios.

También en ese tiempo he observado que la experiencia es irrepetible con las mismas personas.

Cuando alguien ha dicho algo que parece “fabricado especialmente para mi ocasión”, no he conseguido, hasta la fecha, que se repita con las mismas personas, como si esa información importante y fugaz por su rapidez, fuesen chispazos de sabiduría llegados desde una parte lejana y ajena a ellos mismos.

Lo sé, porque lo he intentado; algún tiempo después, he contacto con esas personas en busca de un “forzoso” destello… ha sido en vano.

También he observado que eso mismo me sucede a mí, es decir a veces me oigo decir algo que no he elaborado conscientemente, cuando lo acabo de decir, me siento un poco rara, como si fuese algo inaceptable para mi mente consciente.

No sé, exactamente, de donde provienen esas, digámosles “ayudas” pero me han enseñado  que tengo que  prestar mucha atención y practicar lo que Castañeda llamaba el arte del acecho, para no perderme ni un solo mensaje guiador.

Maria Dolors


sábado, 4 de junio de 2011

Va de cuentos


Cuando eras niño ¿Te gustaban los cuentos? ¿Puedes recordar tu preferido?
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Nuestro inconsciente almacena todo lo que hemos vivido desde nuestro nacimiento y algunos apuntan que hasta antes.

Los cuentos, en principio, sólo tenían el objetivo de distraer, divertir y desarrollar la imaginación de los niños. Hoy se sabe que sus metáforas han servido como arquetipos que hemos interiorizado, hasta el punto que siguen actuando en nosotros de manera inconsciente.

Nuestros gustos a la hora de elegir una historia, en nuestra infancia ya estaban mostrando muchas de nuestras preferencias en cuanto argumentación, desarrollo y desenlace de un relato. Posteriormente en la edad adulta, podría influenciar decisivamente en nuestro enfoque existencial.

Asi, si podemos recordar nuestro cuento favorito con su desenlace podremos darnos una idea de los mecanismos ocultos que pueden estar impulsándonos y contribuyendo al desarrollo de nuestro destino.

Te propongo un juego.

Recuerda tu cuento favorito.

El tema era:  ¿tragedia? ¿comedia? ¿aventura? ¿terror?

Hasta este momento, ¿Hay en tu vida alguna similitud con ese cuento?

Reflexiona…

¿Cómo afrontas la vida?

Eres el protagonista de tu historia personal. Asi como el personaje principal del cuento escogido.

¿La vives como héroe,?
¿Como víctima?
¿Cómo aventurero?
Tal vez con otro rol.

¿Qué le ocurre al protagonista de tu historia? (O sea, a ti)

Si lo que le ocurre no te parece satisfactorio:

¿Qué puede hacer el protagonista para cambiarlo?

Tal vez el cambio de rol mejoraría el final…


Si ya has identificado tu personaje de salida, piensa por un momento cómo seria el enfoque de tu vida desde otro rol.

Si el personaje de tu vida cambiara el tipo de rol:
 ¿en que se convertiría tu historia?...


Mi propuesta es únicamente una forma simple y sencilla de que tomes conciencia de actitudes o elecciones que pueden estar actuando en tu vida sin que te hayas dado cuenta.

Si descubres el rol con el que te mueves en la vida, sabrás el tipo de experiencias que atraes o buscas de manera inconsciente.

Asimismo si observas el rechazo a algún rol concreto, también podrás averiguar en qué medida el rol rechazado actúa en ti involuntariamente. Ya que todos los aspectos rechazados, están internalizados sin reconocimiento.

 
Y colorín colorado….

Maria Dolors